lunes, 5 de enero de 2009

Pues sí. Me gusta


Vaya por delante que no me gusta la política. Tengo 23 años, he tenido un buen puñado de ocasiones para votar y no lo he hecho. Sinceramente, prefiero pasar ese domingo pasendo, leyendo, tomándome algo o incluso durmiendo. Pero me he deciddio a hacerlo. Lo digo y ya está. Me lo crucé una vez en Lugo, hará como dos meses. Llevaba un séquito de jerifaltes, de esos que por llevar traje y cuatro fotógrafos cerca se creen algo. Aquello parecía el desfile de los Reyes Magos pero sin caramelos. Supongo que con las elecciones cerca, los caramelos los querían ellos. Estar en la lista, que estuviesen los que ellos quieren o algo así. Un tanto altivos los que le rodeaban y yo, como cualquier otra persona con los que se cruzaban, me quedé mirando. Entre todos noté una mirada diferente, más cálida y una sonrisa más cercana. Con todo lo lejano que parece, sobre todo en la tele. Era Feijóo. Reconozco que nunca me había fijado en él. No me llamaba la atención, me parece un yuppi más. Pero no fue así. Noté candidez y complicidad. Por un momento pensé que me había confundido con alguien porque su saludo no era igual que el del séquito que le acompañaba y también saludaba a diestro y siniestro. Algunos con pocas ganas, como el que manda ahora en el PP de Lugo. Qué mirada más extraña tiene ese hombre, está como permanentemente cansado. Yo le dije también hola y dispuesta a decirle... creo que te has equivocado.... él me preguntó cómo me llamaba y por qué le miraba con esa cara tan extraña. Pues porque me has saludado como si me conocieses, le dije yo. No, te he saludado porque tú me mirabas, como si fueses tú la que me conocieses, me respondió. Pues no sé quien eres, le dije. Él me contestó soy Alberto. Y yo le dije mi nombre y me preguntó por qué no estaba en clase. Me has pillado, le dije, pero es que mira el día que haces, si tú estás paseando y no trabajas, yo también puedo, le devolví. Pasear es también mi trabajo, aunque parezca mentira, siguió. Qué estudias, me preguntó. Trato mucho con animales, le dije. ¿También eres política? me contestó él. Me reí y le dije que no, que estudiaba veterinaria. De repente llegó una chica que debía trabajar para él y le dijo que apurara que llegaba tarde. Él la asesinó con la mirada y dijo que lo sentía pero que tenía que volver al zoo. A mí me gustó, me pareció cercano, con una mirada limpia, me inspiró confianza y me sorprendió que pareciera normal y hasta me dio pena por verle tan apretado. Lo entiendo, le dije yo. Quiero volver a verle. Volver a hablar con él. La web de su partido nunca pone qué va a hacer al día siguiente y no hay manera de pillarlo en ninguna parte. A mí me ha gustado, ¿qué hago? Ayudadme, para eso es este blog.

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